20 d’octubre 2010

"Hobbies"

Una palabra difícil que refiere a algo difícil en el mundo actual. Su definición técnica diría algo así como aquellas preferencias en tus ratos de ocio. O sea, qué te gusta hacer en los ratos libres. ¿A todos nos gusta lo mismo? ¿Los hobbies son internacionales y unisex o cada cultura y género tiene sus preferencias?. Supongo, por lo que a mí respecta. Como todo hoy día estas actividades se van universalizando cada vez más y muchas ya no hacen distinciones de bolsillo, sexo o religión. Debe haber tratados y artículos que hablen sobre el tema seguro, pero me limitaré a narrar mi propia experiencia a modo de ejemplo.

Debo advertirles, hay un problema. Cada vez tengo menos claro cuál es mi hobby, si es que tengo ya alguno, tenía pero se quedaron por el camino, ninguno me acaba de convencer (deportes, manualidades, arte, cocina…). No soy nada ducha en ellos excepto uno que reconozco como el deporte nacional. Me explicaré. La edad nos vuelve un poco “mantas” cabe decirlo. Todo el deporte que practicamos (por exceso y obligación) en el cole o en los extraescolares cuando éramos niños nos relega a la mayoría (excepto a un sacrificado grupo que lo siguen practicando en su vida adulta) a un deporte de élite a partir de la adolescencia: el “manting-weekend”; es decir, a hacer el manta como buen hijo de vecino durante el fin de semana. Cosa que en mi caso se refiere a olvidarse de madrugar y de hacer cualquier actividad física de desgaste (ni en la operación Bikini, oiga.) para dedicarme a actividades más reposadas alejadas, del tipo FYEO (For your eyes only “Sólo para tus ojos”), que sirvan de desconexión del ritmo frenético de la semana laboral.

A mi me gusta pasear cerca del mar, leer y surfear por la red (sin agua ni medusas) donde como mucho te puedes pillar algún virus. Pero lo que de verdad me apasiona es el panching y apalancarme en el sofá viendo como otros con espíritu más activo sudan la gota gorda: me encanta ver aquellos machos que se dejan la piel en el asfalto corriendo (ya sea a pie, en moto o en F1) o qué decir del goce de arrepaparse con una pizza y una cerveza (a lo Bart Simpson) mientras ves a 22 tíos en pantalón corte pelearse por un balón. ¡Cuántas tardes de gloria deportiva ha vivido mi sofá! Este tresillo se merece una medalla de oro ya que el Ketchup se ha encargado de estamparle los aros olímpicos. Pediría que le dieran al menos una medalla al valor, pobre o un Plan Renove para poder inaugurar otro.

¡Qué vueltas da la vida! ¡Qué tiempos aquellos en los que uno se ponía el chándal y era parte activa del “juego”!. Pues un poco por rebeldía y un poco por el desgaste físico natural de la edad, el cuerpo, que es sabio, ahora invierte esta energía en otras actividades más mentales que físicas (insisto, al menos en mi caso): música, películas, lectura…con lo que activas otras partes del cuerpo: los músculos de los ojos, dedos y las energías sinopsiales o algo así me dijeron en el cole. A veces me pongo nostálgica recordando aquellos días y me digo: “Va, ponte ropa cómoda y ve un rato a correr por el paseo o en bici” Pero ni corro ni voy en bici (es que no tengo). Una vez en plena navegación cibernética me dejé llevar por la locura del temporal y me saqué un bono de oferta para el Bicing, (las bicicletas que alquilan en la ciudad). ¡Menuda ocurrencia! Hacer “andar” una bicicleta estática no daría tanto trabajo, ¡no están duras ni ná las Bicing del diantre!. Necesitas un kit de emergencia para poder usarlas: aceite 3 en 1 para los pedales y mandos, ruedas, bombillas, herramientas de regulación de sillín y manillar y, sobretodo, repelente mátaloquesea que tengan. No sabes quién o qué las ha usado antes pero se nota... Es un deporte de alto riesgo, disciplina con la que no comulgo sin mi sofá así que rompí el bono. Con aquel maldito intento recuperé, con creces, el tiempo perdido de desgaste físico de todos estos años que no lo practicaba: llegué a la universidad sudando la gota gorda recordando con suma claridad el por qué cada vez que mi cuerpo pide marcha (ir en bici, ir a correr, hacer tenis... como antes) mi cabeza tiene la gran lucidez de abortar la idea con mil y una excusas de extremada eficacia: “hoy llueve o lloverá”,” hace frío”, “se va a hacer oscuro enseguida”, “es demasiado temprano para ello”,”hacen un programa en la tele que quería ver”… cualquier excusa es plausible.

“La pereza”, diréis, pero no. Es el deporte de los post adolescentes premenopáusicos, el “panching, soffing”, por el que ahora me pirró. Esa es la razón por la que fui reduciendo el número de hobbies para dedicar el mayor tiempo posible a practicarlo. La semana es muy dura y larga pero al fin llega el ansiado momento el recargar las pilas. Cualquier otra actividad física iría en detrimento de este principio y, además, pensar a qué dedicar mi tiempo libre… (como dice la canción) me saturaba. Hay demasiada oferta...

He encontrado un deporte a mi medida que practico muy a gusto, puede realizarse solo o en compañía, con cualquier tipo de ropa y calzado o sin ello, en invierno, verano y primavera, con frío o calor, de día o de noche, a cualquier hora y en cualquier lugar que esté habilitado, su coste es muy moderado en comparación a los otros hobbies por lo que en estos tiempos de vacas flacas es muy recomendable. Ahora sí: si tienen algún riesgo coronario, híper colesterol, hipertensión o hiper lo que sea mejor moderen su práctica se han dado casos de gente que se ha excedido en ello y ha quedado asimilado al sofá por lo que otros practicantes sin saber de la suerte del colega se han sentado encima a ver partidos y han vertido el Ketchup sobre él.


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1 comentari:

Frederick Engel ha dit...

Juas, yo también soy fan del sofing jej, o del internetsurfing jaja. Venga, a ver si encuentras un hobby al que le puedas llamar hobby sin confundirlo con un hobbit, que eso es ya otra historia no muy interesante.